Viceregal school. Perú. Central decades of the 18th century (reign of King Ferdinand VI, 1746-1749)

Viceregal school. Perú. Central decades of the 18th century (reign of King Ferdinand VI, 1746-1749)

“Inauguration of the office of alderman of Lima, of the viceroyalty of Peru, Don Fernando de Rojas Marres” and ”The Exaltation of the House of Nobility of the alderman of Lima, Don Fernando de Rojas Marres”

Pair of oil paintings on canvas. 100 x 73 cm. each.

La primera pintura se divide en dos partes, la parte superior nos muestra posiblemente la toma de posesión o juramento del cargo del nuevo regidor de Lima, Don Fernando de Rojas Marres del virreinato del Perú, mientras sube las escaleras semicirculares para acceder al trono desde donde tomará las decisiones de gobierno. Dicho trono dorado está coronado por un cortinaje rojo y una corona abierta, claros símbolos ligados al poder. Detrás, las dos columnas toscanas simbología de la fortaleza y fuerza que tiene que tener todo mandatario para dirigir a un pueblo. Sobre la corona, a parte la palabra “fortuna”, alusión a esa virtud, la escena la acompañan otras dos virtudes ligadas al poder y a los dignatarios, la ciencia a la izquierda y la fama, a la derecha. Testigos de la escena, y acólitos del regidor son las dos figuras femeninas que otorgan los símbolos de poder, el cetro de gobernante y la corona.

El personaje central va ataviado a la moda del reinado Fernando VI, lo que nos hace datar la pintura y su pareja en las décadas centrales del siglo XVIII. Para cerrar el paralelismo en que se compone la escena central de la parte superior, se colocan dos escudos nobiliarios en cada extremo. El de la derecha, rematado con el yelmo de un guerrero nos indica el rango de caballero u orden de hidalguía de la persona, que a su vez pertenecería a la orden de caballería de Santiago, una de las cuatro órdenes de caballería más importantes en España junto con las de Calatrava, Montesa y Alcántara. Durante la restauración de la pintura salió a la luz el cambio iconográfico que sufrió la zona del escudo donde está el águila. Al principio eran tres bandas doradas verticales que se cubrieron con el ave, lo que no se sabe muy bien es si este cambio fue durante la ejecución de la obra o después. El otro escudo, ya con la corona de gobierno, muestra una heráldica muy distinta sin distinciones de caballería.

Sí es verdad que el cambio que sufrió el escudo en esta obra también lo sufrió su homólogo en la otra pintura.

Los escudos nobiliarios podrían pertenecer a su rama paterna, la de Don Feliciano de Rojas Ponce de León y a su rama materna, la de Doña Juana de Marres, o por el contrario el de la izquierda podría ser el suyo, el del regidor, y el de la derecha el de su esposa, Doña María Ana Concepción del Castillo Castañeda.

Si la parte superior nos presenta el poder político y de mando sobre el pueblo y las virtudes que acompañan al gobernador para no equivocarse en tener un buen gobierno, en la parte inferior, la parte más didáctica de la tela, se muestran los valores y las cualidades del nuevo gobierno mediante la representación de 32 cuadrados con elementos divididos en dos paneles de 16 cuadriculas cada uno.

El panel de la izquierda representa objetos que tiene una simbología parlante ligada a elementos de poder, mientras que el panel de la derecha son escenas que llevan una filacteria escrita encima. Estos paneles ayudarían a explicar al pueblo iletrado, que era la mayoría de la población indígena o autóctona del momento, dicho programa iconológico, que sería el programa político del nuevo regidor.

La segunda pintura nos muestra que el peso de la familia y su servicio al imperio descansan sobre la propia monarquía española y la fe católica.

Como si de un “árbol de Jesé” se tratase, la distribución de los diferentes elementos que componen la rica y variada composición de la pintura se distribuyen de una forma muy simétrica y con un orden muy racional.

La base del árbol se alza sobre la fuerza de la figura de la Virgen Niña en su trono, una iconografía que fue muy popular durante los siglos XVII y XVIII en toda la América hispánica gracias en parte a las pinturas de Zurbarán que llegaban desde el viejo continente al “Nuevo Mundo”. Es más, la pluma que está debajo de ella, podría hacer referencia a la pluma del arcángel San Gabriel en la Anunciación. Sobre ella y dado que el dogma de la Inmaculada Concepción fue una cuestión de Estado y de protección por parte de la monarquía hispánica, reposa el peso de la Corona que apoya sobre la figura de la Virgen; así una de las columnas de Hércules del escudo de España, fundador legendario de la dinastía de los Austrias, hace de tronco del árbol con la filacteria portando el lema “NON PLUS ULTRA”, anterior a Carlos V y el anagrama “Victor” en letras doradas.

Dicho anagrama está flanqueado por el león de España y el águila de san Juan, protector de la monarquía española, ambos también con coranas doradas. Sobre este descansa la corona real de los borbones, construyendo así el tronco del árbol compositivo, donde monarquía y religión son los pilares sobre los que descansa el escudo nobiliario de la familia, que a su vez está rematado por una corona de laurel que lleva un ángel y un pergamino con símbolos dorados.

Las diferentes ramas del “árbol” se dividen según los simbolos y su distribución. En la parte superior los elementos representados están ligados a las letanías de la Inmaculada, símbolos marianos. Arriba del todo nos encontramos con el sol, la estrella de ocho puntas ligada a la Virgen desde la antigüedad y la luna. El astro rey del día y la reina de la noche contemplan la escena. De ahí hasta la mitad del cuadro, un rosal y un olivo a la izquierda, y un manojo de lirios y un ciprés a la derecha, flores y plantas vinculadas con María. Todo este repertorio iconográfico, unido a los símbolos de las letanías marianas de la parte superior del cuadro, a los elementos de ciencia (el libro, el compás, el globo terráqueo y la vela que no se apaga por las representaciones de los cuatro vientos) y de las seis virtudes de la parte inferior, vienen a justificar el servicio y la labor que esta casa nobiliaria tiene con la casa real y la religión católica, cimientos del imperio español en las colonias americanas.

En conclusión, nos hallamos ante dos pinturas que presentan un programa político de gobernación del nuevo regidor de Lima en el siglo XVIII. La importancia de esta pareja de lienzos es justamente su forma de representar ese programa político, mediante la justificación de la casa noble al servicio del rey de España y la fe católica. Para ello hace uso también de un gracioso juego de símbolos algo raro de ver en obras de la península, pero común en tierras americanas para la educación y explicación al pueblo de como llevarán a cabo el poder sus nuevos gobernantes.

Agradecemos al historiador de Arte D. Ignacio Panisello la catálogación e identificación de estas pinturas.

Procedencia: Antigua colección de Adrián de Rojas Maestre. (Descendiente del regidor de Lima, Don Fernando de Rojas Marres)

Esta familia, con importantes vínculos históricos, o parte de ella se instaló en España antes de 1950 en la Finca El Maestre en Sevilla. Las pinturas pertenecieron a la familia desde siempre.

El personaje de nuestras pinturas, Fernando de Rojas Marrés nació en Ceuta y falleció alrededor de 1800 en Madrid.

Se tiene constancia en el Archivo Histórico de España de su traslado a América como “Mercader de telas, pasó a America en el Navío Aquiles a cargo del Maestre Martin Joseph de Echenique, trayendo carga directa al puerto del Callao Lima. Expediente de información y licencia de pasajero a indias de Fernando de Rojas y Marres”.